CRONICAS DE ESPANTO 96. UNA NOCHE CON LA MUERTE.



El panteón municipal de Guanajuato podría pasar como cualquier otro recinto mortuorio de tradición mexicana, de no ser por las Momias de Guanajuato.
El Panteón Municipal de Santa Paula, fue inaugurado el año de 1861. Después del esplendor que ocasionó la fiebre de la plata de finales del siglo XVIII, la ciudad cayó en una especie de decadencia, a raíz de las cruentas batallas ocurridas en la región, dada la Guerra de Independencia.

La población aumentó gradualmente, bien entrado el siglo XIX. Se recupera la institución jesuita educativa de la colonia, y el Colegio del Estado cobra fuera para configurar lo que será después la Universidad de Guanajuato. La población, dependiente de la burocracia en buena parte del siglo, se diversifica con estudiantes, comerciantes, mineros y pequeños productores.

En este contexto, se crea el Panteón Municipal de Santa Paula. Apenas cuatro años después de la fundación del panteón, se comienzan a exhumar los cuerpos de aquellos que no pagaron una estancia de sepultura a perpetuidad o por lo menos en una estancia prolongada. 

Imagínense la sorpresa de los trabajadores funerarios, al descubrir el cuerpo del Dr. Remigio Leroy, en buen estado, seco, momificado. 

Las explicaciones al fenómeno de momificación en Guanajuato son claras, y el fenómeno se repite en otros lugares de México y el mundo. Un terreno seco, libre de material orgánico, abundancia de nitratos y alumbre. Conforme fueron repitiéndose las acciones de exhumación de cuerpos, fueron descubriéndose momias y más momias.

Al principio, las momias se acumularon de forma más o menos desordenada en las catacumbas del lugar. Bastaba una propina al sepulturero en turno para pasar y contemplarlas. 

Y así llegamos a la leyenda de Don Isaac, el sepulturero del panteón, y su visita tenebrosa a las catacumbas, acompañado de Exequiel. Ya desde finales del siglo XIX, los cotilleos entre los naturales de la ciudad, daban pie a relatos que aseguraban toda una fiesta de los muertos la noche del día 2 de noviembre, justo en las criptas del panteón, fuera de la vista del mundo de los vivos.

No cabe duda que los encargados del lugar aprovecharon el relato. A veces cobrando y a veces de manera gratuita, invitaban a ciertos conciudadanos a pasar la noche, encerrados en las criptas. 

¿Se imaginan ustedes pasar la noche a oscuras, al amparo de los ruidos de los coyotes y los grillos, con la compañía de esos cuerpos momificados? A la menor provocación, el susto sería el menor de los problemas para aquel valiente que ose pasar la noche en medio de momias.

Escuchen el relato, y disfruten con la narración en tercera persona, de la noche que pasó Ezequiel, en compañía de Don Isaac, las momias, y quién sabe cuantos muertos.

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